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12/01/2010, Cooperativas Agro-alimentarias
ASPROCAN denuncia que, además de disfrutar de una bajada de los aranceles en las importaciones, los controles a que son sometidas las bananas procedentes de Latinoamérica y los países APC (África, Caribe y Pacífico) son menos rigurosos que los del plátano canario
Entre las dificultades a que se enfrentan los productores de plátano canario en 2010, está una bajada del 4,92% de los precios prevista por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Una condición más que sumar a las exigencias que la Unión Europea impone a estos productores: severos controles, medidas medioambientales, seguridad en el trabajo y alimentaria …, unido a los costes salariales. “La Unión Europea sabe perfectamente que todo esto tiene un coste muy elevado”, señala Francisco Rodríguez, presidente de ASPROCAN (Asociación Organizaciones de Productos del Plátano de Canarias), “sin embargo, es muy condescendiente con los productos que vienen de fuera de la UE y no les exige las garantías mínimas de seguridad”.
Algo que ha venido a confirmar la incautación de droga escondida en cajas de bananas llegadas de Ecuador y Costa de Marfil realizada recientemente por la Policía Nacional.
Aunque, no es el primer caso. En diciembre de 2009 la Policía Nacional desmanteló una red que llevaba 228 kilos de cocaína ocultos en un cargamento de bananas procedente de Ecuador.
ASPROCAN destaca los controles rigurosos a que se somete el Plátano de Canarias, que puede tardar sólo siete días en pasar de la planta a la frutería, a diferencia de 35 a 45 días que pueden pasar viajando los latinoamericanos y africanos hasta llegar al mercado español. A diferencia de la banana, el menor tiempo de traslado del Plátano de Canarias disminuye la emisión de gases de efecto invernadero y permite que la fruta pase más tiempo en la planta, obteniendo una mejor maduración, más azucares y menos almidones y mayor cantidad de nutrientes.
Plátano de Canarias no es una gran multinacional, sino una asociación de agricultores y fundamentalmente basada en el minifundio (las fincas, de media, no alcanzan una hectárea).Para controlar su producción, ha instaurado un sistema de trazabilidad que se inicia en el campo, identificando el origen de cada partida de plátanos.
Todos los productores llevan un cuaderno de campo que contiene las características de la plantación, riegos, fertilización, tratamientos fitosanitarios y fecha de recolección. Una vez listas, las cosechas pasan a centrales inscritas en el registro sanitario y de industrias agrarias donde, para clasificar el producto, se llevan a cabo comprobaciones visuales y controles multirresiduos periódicos.
Durante la fase de empaquetado, en los 80 centros distribuidos en las diferentes islas se formaliza un completo registro de entrada de cada partida reflejando la finca o parcela de procedencia, el peso y la fecha de entrada, acompañada de la firma de la persona que realiza la entrega. A la salida, las cajas llevan un número de control que las identifica y que permitirá conocer toda la información necesaria para garantizar la trazabilidad del producto.
Este severo seguimiento es costoso, pero tiene muchas ventajas, puesto que la fruta se halla identificada y controlada en todo el proceso: desde el cultivo (en el que las restricciones al uso de productos químicos están dando paso al control biológico, haciéndolo más natural y sostenible que la banana), hasta el transporte y distribución del plátano canario (más segura y menos contaminante, al emitir menos gases de efecto invernadero). Sin embargo, Francisco Rodríguez, lamenta que cuando la Unión Europea se sienta a negociar con países como Ecuador una rebaja de los aranceles, no se determinen algunos compromisos como contrapartida. En este sentido, Rodríguez apunta que “se quiere promover el libre comercio a costa de los productores comunitarios y en beneficio de las multinacionales”. Además, el presidente de ASPROCAN asegura que “el libre comercio no tiene sentido si no se está en igualdad de condiciones”.