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13/12/2005, Cooperativas Agro-alimentarias
Para defender esta posición se ha trasladado a Bruselas una numerosa delegación del Consejo sectorial vitivinícola de CCAE, constituida por el miembro habitual del Grupo de trabajo, Rafael de Michelena, el vicepresidente sectorial, Ángel Villafranca, el técnico Bienvenido Amorós y encabezada por el presidente del sector, Joaquín Hernández.
La Confederación de Cooperativas Agrarias de España ha pedido a la Comisión Europea, a través del Grupo de trabajo vino del Copa y de la COGECA, que la nueva OCM vitivinícola, tras la reforma que se acometerá en los próximos meses, permita mantener el equilibrio entre la oferta y la demanda de productos vitivinícolas, apoyándose en el control del potencial productivo que garantice el abastecimiento de los mercados y dinamice la comercialización de las producciones europeas, para hacer frente a la competencia de los nuevos países productores.
Para ello, en primer lugar, es básico mantener el presupuesto actual, incrementado en la proporción correspondiente a la última ampliación a diez nuevos países miembros, de los cuales seis son productores, y que se tenga en cuenta también la próxima incorporación en el 2007 de otros dos nuevos socios productores como son Bulgaria y Rumanía.
Además, como cuestión previa e irrenunciable, CCAE pide que la nueva OCM reconozca la especificidad de este sector, que se fundamenta en los valores socioeconómicos, medioambientales y culturales que la viña y el vino comportan para la sociedad europea y, por tanto, la necesidad de continuar preservando y reforzado su papel tradicional en la ocupación y vertebración del territorio en amplias zonas rurales de la UE, carentes de otras alternativas viables.
Asimismo, CCAE considera muy importante que la futura OCM defina al vino como alimento natural, al igual que se recoge en la vigente Ley española de la viña y del vino, con el fin de evitar las trabas existentes para acometer la promoción de un consumo inteligente con mensajes basados en esta cualidad.
CCAE rechaza cualquier reforma que implique el desacoplamiento de las ayudas a este sector. Por el contrario, propone que la gestión de la nueva OCM se realice a través de dos bloques de medidas: unas de carácter homogéneo, de aplicación horizontal y uniforme en toda la Unión Europea, y otras, que dentro de un marco general comunitario, puedan aplicarse con cierta flexibilidad en los diversos Estados miembros o Regiones, con el fin de poder adaptarse mejor a las necesidades particulares derivadas de la diversidad vitivinícola existente entre las diferentes zonas productivas europeas.
Entre las medidas homogéneas CCAE propone incluir las siguientes: control de las producciones (prohibición general de nuevas plantaciones, regularizaciones); prestaciones vínicas; prácticas enológicas; garantía de abastecimiento de mercados en todos los productos del sector (vinos, mostos, alcoholes y vinagres); regulación de mercados (destilaciones, almacenamientos,...); acuerdos con terceros países; definición, designación, presentación de los productos (etiquetado); red de seguridad para situaciones de crisis; instrumentos de conocimiento y seguimiento del mercado; programas generales de dinamización de la demanda; investigación, innovación, marketing, etc..
En el grupo de medidas subsidiarias se catalogarían las siguientes: reestructuración sectorial, donde debe caber todo lo que se refiere a autocontrol y adaptación cuantitativa de producciones y rendimientos (vendimia en verde, abandono definitivo y arranque temporal); adaptación cualitativa de la producción (reestructuración y reconversión varietal); fomento de la comercialización (planes comerciales); organización sectorial; gestión de eventuales crisis, etc.
Estas últimas deberían gestionarse, bien a través de Organizaciones sectoriales, bien por las Administraciones competentes, pero siempre bajo la vigilancia y control de los Estados miembros y/o las Regiones.
En todo caso, en la nueva OCM deberían cobrar un protagonismo especial las medidas tendentes a potenciar la comercialización y a reforzar la competitividad de los productos vitivinícolas europeos, tanto en el mercado interno como en los mercados mundiales, para mantener, e incluso ampliar, el tradicional liderazgo que la Unión Europea ejerce desde siempre en este sector.
La OCM resultante de la reforma que se avecina debería establecer también determinadas condiciones de acceso a las ayudas públicas, para evitar la especulación y procurar el mejor aprovechamiento posible de los cada vez más escasos recursos disponibles para la agricultura, en general, y para la vitivinicultura, en particular.