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10/02/2006, Cooperativas Agro-alimentarias
En Vietnam, China y Taiwan brindan con Reymos, el vino espumoso de uva moscatel de la cooperativa valenciana Cheste Agraria. Este vino dulce ha doblado su producción y se ha introducido con éxito en Europa y en mercados tan prometedores como Estados Unidos, México y Japón, tras extenderse por toda España.
Pero su triunfo más exótico está siendo la conquista comercial de Vietnam, uno de los pocos países comunistas que quedan en el mundo y que, al igual que su vecino China, está entrando en un sistema económico capitalista y de consumo.
La cooperativa está encontrando en este nuevo producto una prometedora salida para su producción vinícola. Francisco Alemany, gerente de la empresa, explica que en medio de un mercado de vinos saturado, resulta ilusionante disponer de un producto como el Reymos que, pese a su reciente nacimiento, ya goza de aceptación y reconocimiento creciente en todas partes y ha doblado su producción respecto al año anterior.
Cabe destacar que una de las razones del éxito de expansión del Reymos es que Cheste lo comercializa a través de la red de distribución y ventas de la cooperativa de 2º grado Anecoop, además de su cuidada e innovadora elaboración.
Cheste se encuentra situada en una zona vitivinícola donde se produce la mayor parte de la uva moscatel de gran calidad, junto a Chiva, Godelleta, Turís, etc. Esta variedad de uva se suele utilizar para consumo directo como fruta fresca, en verano, o para la elaboración de vino de licor (mistela), que consiste en añadir al mosto alcohol vínico, con lo que aquel se equilibra y ya no fermenta, manteniendo todo su dulzor afrutado. En cualquier caso, se trata de dos salidas cuyo consumo está bastante estancado actualmente: como fruta tiene un periodo de consumo muy limitado y como mistela, al tomarse en pequeñas cantidades y de forma selectiva, una botella dura meses en casa.
Cheste Agraria produce 10 millones de kilos de uva moscatel, pero la elaboración de mistela no pasa de 2 millones de botellas. Por ello, decidieron probar con otras fórmulas más modernas e innovadoras. Invirtieron 3 millones de euros en nuevas instalaciones de fermentación carbónica en grandes depósitos de acero inoxidable, porque el gas es natural, como si fuera un cava, y así nació el Reymos, para el que se diseñó además una botella especialmente atractiva.
Según la cooperativa, ha costado mucho introducirlo pero, cuando se empieza a conocer, logra gran aceptación.