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24/01/2019, INLAC
Existen referencias históricas del consumo de leche en la Biblia y en el poema épico más antiguo del mundo (el Mahabharata indio). ¿Pero sabemos los motivos que nos permiten seguir tomando leche después de la lactancia? Algunos expertos explican las razones físicas y científicas que han permitido esta adaptación. La comunidad científica recomienda tomar al menos tres raciones de lácteos al día (leche, queso o yogur) por sus efectos beneficiosos sobre la salud, especialmente entre niños y adolescentes, mujeres y mayores de 65 años.
El consumo de productos lácteos por el ser humano remonta sus orígenes a hace varios miles de años (más de 4.000 según algunas fuentes) pero, ¿sabemos cuáles son las razones físicas que hacen posible que podamos seguir disfrutando de la leche después de la lactancia y mantener este hábito durante todo el ciclo de la vida? Según explica el doctor en Biológica y catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada, Ángel Gil, en realidad tomamos leche desde el Neolítico, cuando el hombre se hace sedentario, domina a algunas especies y empieza a ordeñar los mamíferos, al igual que empezamos a cultivar plantas como los cereales.
Por otra parte, “aproximadamente hace 10.000 años aparece en los caucásicos una mutación que nos permite tomar lactosa, que es al azúcar de la leche, sin que tengamos síntomas de intolerancia. Eso es lo que posibilita que los adultos puedan seguir consumiendo leche durante periodos relativamente amplios”, subraya Gil.
Existen referencias históricas sobre el consumo de leche en la Biblia y en el Mahabharata indio (considerado como el poema épico más antiguo del mundo, de hace más de 4.000 años antes de Cristo), fundamentalmente sobre el uso de de leches fermentadas porque la fermentación que se producía de manera natural, según recuerda el experto, era una forma de conservar la leche en los períodos en los que los mamíferos ya no tenían recién nacidos para alimentar. “El consumo de leche y lácteos en el homo sapiens, en la especie humana, se remonta a miles de años”, zanja el catedrático.
La comunidad médica y científica lleva años recordando los efectos positivos de la ingesta de este tipo de productos, desde las primeras edades de la vida, que no deben ser sustituidos por otros alimentos pensando que pueden tener las mismas ventajas nutricionales, porque esto no es cierto. Los lácteos son necesarios en nuestra dieta.
Pilar Matía, especialista en Endocrinología y Nutrición en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y profesora en Ciencias de la Salud de la Universidad Complutense de Madrid, remarca que se debe considerar el consumo lácteo como una forma de integrar un perfil de nutrientes muy adecuado y de alta densidad dentro de una dieta saludable.
Las recomendaciones médicas –asevera Matía- hablan de tomar de dos o cuatro raciones de lácteos al día, priorizando aquéllos de alta calidad, es decir, que tienen menos cantidad de grasas y azúcares añadidos. En concreto, una ración es el equivalente a un vaso o una taza mediana de leche o bien dos yogures, incluso entre 40 y 50 gramos de queso curado o 175 gramos de requesón, si bien las recomendaciones pueden variar un poco dependiendo del tipo de maduración del queso. Se debe aumentar el consumo sobre todo en adolescentes y mujeres y en personas de más de 65 años de edad independientemente su sexo.
“Es importante tener en cuenta que la leche aporta nutrientes de alta calidad, no solamente nutrientes individuales, sino también dentro de una matriz láctea que es la que se ha relacionado con beneficios en salud”, añade. En este contexto, advierte que a veces no resulta prudente sustituir alimentos lácteos por otros con una composición parecida porque no se trata del mismo alimento y, por tanto, pueden no tener los mismos efectos saludables que la leche y sus derivados.
El sector lácteo comprometido con la información veraz
A través del “Programa de promoción de la leche y los productos lácteos en el marco de unas prácticas dietéticas adecuadas”, la Organización Interprofesional Láctea (Inlac) –que reúne a todos los operadores de la cadena de valor como los ganaderos, cooperativas e industria españolas- y la Comisión Europea dan una respuesta a la necesidad de promover la presencia de la leche y los productos lácteos en el día de los españoles, además de fomentar la actividad física como estrategia frente a los problemas de salud relacionados con alimentación, sobrepeso y obesidad.
Entre otros beneficios para la salud, los productos lácteos son una fuente de minerales y vitaminas. Contienen calcio, que es necesario para el crecimiento y desarrollo normal de huesos y dientes, y aportan potasio, zinc y fósforo, así como yodo. Los lácteos contienen proteínas de elevado valor biológico, necesarias para la formación y reparación de las estructuras corporales, contribuyendo a aumentar y conservar la masa muscular. El hidrato de carbono predominante en los lácteos es la lactosa, que proporciona hasta el 25 % de la energía total diaria necesaria.