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16/10/2008, Comisión Europea
La Comisión Europea ha adoptado un Libro Verde dirigido a abrir el debate sobre cómo ayudar a los agricultores europeos a sacar el máximo partido de los alimentos y las bebidas que producen.
Según se extiende la globalización, aumenta la competencia de los productos de bajo coste de terceros países y evolucionan las exigencias de los consumidores, por lo que el arma más potente de Europa es la «calidad», según la Comisión Europea.
El Libro Verde examina las distintas normas, programas de calidad y de certificación y sistemas de etiquetado existentes en la actualidad en la UE, incluidas las indicaciones geográficas, la agricultura ecológica y los sistemas privados y regionales de certificación de la calidad de los alimentos, y plantea qué puede hacerse mejor para aprovechar los puntos fuertes de la producción agraria comunitaria e informar mejor a los consumidores sobre los productos a la venta. El documento recaba las opiniones de las partes interesadas sobre la efectividad de estas medidas a la hora de garantizar y comunicar las calidades de los productos y les pide que sugieran mejoras. La consulta durará hasta finales de 2008. El año que viene se elaborará una comunicación basada en sus conclusiones, a la que podrán suceder propuestas legislativas más adelante.
Según Mariann Fischer Boel, Comisaria de Agricultura y Desarrollo Rural, «en un mundo cada vez más competitivo, los agricultores europeos necesitan aprovechar su ventaja, la calidad, para lo cual tienen que ofrecer productos que presenten las cualidades deseadas por los consumidores, garantizar esas cualidades y, lo que quizás es lo más importante, comunicarlas de manera efectiva. Disponemos de toda una gama de instrumentos políticos y sistemas de calidad específicos en la UE. Deseo saber de los interesados si estos instrumentos funcionan correctamente y si hace falta tomar nuevas medidas, en su caso».
Al mismo tiempo, los productos de los países emergentes con bajos costes de producción suponen una mayor competencia para los agricultores de la UE, tanto en los propios mercados como en terceros países, en un proceso impulsado por la globalización, los acuerdos comerciales, la mayor liberalización de los mercados y la menor protección aduanera. Los agricultores de la UE tienen que hacer frente a estas dificultades sin vacilar. Ya cumplen algunos de los requisitos agrarios más exigentes del mundo y ya tienen la capacidad de satisfacer las exigencias de calidad del mercado, por lo que la Comisión está convencida de que, en lugar de ver esas exigencias como una carga, los agricultores comunitarios tienen una verdadera oportunidad de sacarles partido ofreciendo a los consumidores lo que éstos desean exactamente, distinguiendo claramente sus productos en el mercado y ganando primas a cambio.
El Libro Verde se divide en tres secciones, que tratan de lo siguiente: requisitos básicos de producción y normas de comercialización; sistemas específicos de calidad de la UE, tales como las indicaciones geográficas, las especialidades tradicionales y la agricultura ecológica, y sistemas de certificación de la calidad.
El Libro Verde plantea cuestiones como las siguientes:
• Si debería indicarse obligatoriamente el lugar del cultivo de los productos primarios (UE / fuera de la UE).
• Si debe autorizarse la comercialización de productos que no cumplan las normas por razones estéticas.
• Si debe haber normas comunitarias sobre la definición de términos como «producto de montaña» o «producto de granja».
• Cómo perfeccionar el sistema de las indicaciones geográficas.
• Cómo se pueden proteger más eficazmente las indicaciones geográficas contra terceros países.
• Cómo puede funcionar mejor el mercado único de la UE de productos de la agricultura ecológica.
• Cómo se puede aumentar la producción de productos de calidad en las regiones periféricas de la UE.
• Si hacen falta nuevos sistemas comunitarios, especialmente en el ámbito de la conservación del medio ambiente y, si es así, cómo conseguir que la carga administrativa sea lo más reducida posible.
• Cómo prevenir el riesgo de que los consumidores sean confundidos por los sistemas de certificación.